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TDAH

Pronóstico

Habitualmente el trastorno se diagnostica durante los años de inicio de la escolaridad, a partir de los 6 años, cuando se advierte el efecto de los síntomas sobre la adaptación escolar. Aunque puede detectarse y diagnosticarse antes, teniendo en cuenta que en preescolares el intervalo de normalidad de la capacidad atencional, de la capacidad de reflexión y control de movimiento es muy amplio. Así hacia la edad de 4 años hay estudios que indican que niños que parecerían que presentan un trastorno atencional serían el 40% de ellos, pero solo el 48% de este grupo es decir la mitad de ellos realmente tendrán el trastorno a la edad de 9 años.

«EL PRONÓSTICO ES VARIABLE EN FUNCIÓN DE LA GRAVEDAD DE LOS SÍNTOMAS Y DE LOS PROBLEMAS Y/O TRASTORNOS QUE PUEDAN COEXISTIR CON EL TDAH. UN DIAGNÓSTICO PRECOZ Y UN TRATAMIENTO ADECUADO, INFLUIRÁ DE FORMA DETERMINANTE EN LA EVOLUCIÓN»

Además de esto, cabe señalar que las manifestaciones del TDAH cambian con la edad.

En términos generales, se puede afirmar que en muchos sujetos el exceso de actividad motora y/o vocal se reduce significativamente a medida que avanza la adolescencia y durante la vida adulta. No obstante, según Barkley (1995), más del 80% de los niños que han sido diagnosticados de TDAH en la edad escolar, continuarán presentando el trastorno en la adolescencia y entre el 30 y el 65% lo presentarán también en la vida adulta.

Se observa con frecuencia la aparición de conductas agresivas o desafiantes (mentiras, pequeños robos, desafío a la autoridad…), a medida que se acerca a la adolescencia. Entre un 20 y un 60% de estos niños y adolescentes, presentan conductas antisociales o trastorno disocial. También pueden presentarse baja autoestima, tristeza, en algún caso depresión y desconfianza en el éxito futuro (Barkley 1995).

En la edad adulta muchos consiguen un empleo y viven independientemente. Según Selikowitz (1995), aproximadamente un 20% de los niños con TDAH evolucionará de manera positiva, con cambios conductuales notables y sin problemas especiales en la adolescencia y la vida adulta. No obstante en un 80% de los casos no hay remisión absoluta, de éstos un 60% mantendrán un nivel medio de gravedad y continuarán con dificultades de ajuste a las normas sociales, problemas de tipo emocional y dificultades de aprendizaje y un 20% seguirá presentando el trastorno de forma severa.

Múltiples factores como una baja gravedad de los síntomas durante la infancia, recibir el tratamiento y supervisión adecuados, el nivel general de inteligencia (Abikoff y Klein, 1992), historia familiar de TDAH, adversidad psicosocial y comorbilidad con otros trastornos (Biederman y cols., 1996) están implicados en el pronóstico de estos niños.

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